miércoles, 3 de junio de 2015

LA BATALLA DE LEPANTO

Estaba mi amigo LINO COLUNGA sentado en una poltrona y empezaba a leer la novela DON QUIJOTE.



Recordemos que Lino es un ingeniero en mecatrónica, que vive la colonia Martín Carrera del Distrito Federal.



Este ingeniero construyó un MÓDULO DE TRANSFERENCIA CORPORAL que lo lleva al pasado y conoce personalmente todos aquellos eventos don el hombre ha participado en la historia.



Lo único que LINO debe de hacer, es solo observar como pasaron los acontecimientos y no debe de intervenir, pues no se puede cambiar lo ocurrido en el pasado.
Pues bien, al leer: “En un lugar de la Mancha…” empezó a imaginarse al escritor: y en la portada del libro decía: MIGUEL DE CERVANTES Entonces LINO acudió a su chip que tiene en el cerebro y que se llama: “EL CAJON DE LOS CONOCIMIENTOS” y de inmediato se entero que el autor de la novela perdió la movilidad de su mano izquierda en la BATALLA DE LEPANTO. Por eso le llamaron: “EL MANCO DE LEPANTO”.




Pues bien LINO COLUNGA preparó su MÓDULO y decidió ir a ver esa guerra que tanto le intrigó. Mientras lo preparaba, puso en el dial de la fecha: 7 de octubre del año 1571 y las coordenadas del lugar en el golfo de Corinto en la carta Mercator: 38 grados con 12 minutos de latitud norte, y 21 grados con 18 minutos de longitud este. Se subió al MÓDULO, cerró la escotilla encendió el motor y pulsó el botón de VIAJAR de inmediato llegó al lugar.

Se dio cuenta que la batalla la llevaban a cabo la Liga Católica contra el imperio Otomano. Esta liga estaba conformada por: La Monarquía de los católicos, los Estado Pontificios, la Orden de Malta, El ducado de Saboya.

Esta liga Católica contaba con: 227 Galeras, 76 Fragatas y 6 galeazas. Mientras que la armada Otomana contaba con: 210 Galeras y 87 Galeotas.

La armada aliada estaba al mando de don Juan de Austria, secundado en la armada real por Álvaro de Bazán, Alejandro Farnesio, Luis de Requesens y Juan Andrea Doria; mientras que la veneciana iba capitaneada por Sebastián Veniero y la pontificia por Marco Antonio Colonna.

La flota Otomana era comandada por Ali Pasha.
La BATALLA se estaba llevando de la siguiente manera:
La flota de la Liga Santa, en formación de combate, emergió por la brecha que dejaban las islas de Kouhtsilaris y Oxia, seguida del ala derecha, que daba al mar abierto, al mando de Gian Andrea Doria y el ala izquierda, más próxima a la costa, estaba al mando de Barbarigo. La división de reserva, dirigida por el marqués de Santa Cruz, aún no había alcanzado las islas y probablemente rebasó Oxia por el oeste. Al llegar el marqués felicitó a Juan de Austria por haber encontrado al enemigo pero Gian Andrea Doria no compartía su entusiasmo ya que creía que eran los otomanos los que los habían localizado a ellos primero.
Cuando las fuerzas avanzaban se toparon con un cambio en la dirección del viento, que comenzó a venir desde el oeste, lo que beneficiaba a la flota católica. Los sacerdotes de las galeras cristianas, que eran jesuitas en el caso de los Habsburgo y franciscanos en las venecianas, creyeron que aquello se debió a una intervención divina.
Pese a contar con un número similar de soldados, los galeotes de las galeras de los Habsburgo y del Papa, desprotegidos y mal armados debieron ser de escasa utilidad. Sin embargo, en el caso de las venecianas, aunque insuficientemente preparadas, contaban con casi todos los remeros reclutados y bien equipados por lo que casi triplicaban el número de combatientes. Los hombres de las galeras de Creta, Dalmacia y las islas Jónicas estaban entre los mejor equipados.
La FLOTA OTOMANA al mando de Alí había llamado a todos sus almirantes para concentrar sus fuerzas en Lepanto. El último en llegar fue Mahometbey de Negroponte, con 60 galeras y 3.000 soldados.
En total reunieron 210 galeras, 87 galeotas y 120.000 combatientes, de los cuales 50.000 eran soldados, 15.000 tripulaciones y 55.000 galeotes. La «chusma» estaba compuesta de prisioneros cristianos capturados en distintas batallas o asedios. Además, las piezas artilleras ascendían a 750, menos que las cristianas, aunque los arqueros llevaban flechas envenenadas y fueron muy útiles en los abordajes. Al igual que la flota cristiana, están divididos en cuatro cuerpos. Su formación era de media luna.
El primero, cuerpo derecho, al mando de Mahomet Siroco, gobernador de Alejandría, formado por 54 galeras y 2 galeotas.

El segundo, centro, mandado por Alí Bajá, general en jefe, con 87 galeras y 32 galeotas.

El tercero, cuerpo izquierdo, lo manda el corsario Cara Hodja con 61 galeras y 32 galeotas.

El cuarto, o escuadra de reserva o socorro, lo manda Murat Dragut, y tiene 8 galeras y 21 galeotas y fustas.

Las órdenes eran terminantes. El gran señor Selim II ordenó a Alí salir a la mar en busca de los cristianos y combatirlos donde los encontrara.

LINO COLUNGA observó el final de la BATALLA DE LEPANTO y se enteró de lo siguiente: En Petala los cristianos efectúan el recuento de bajas. Se contabiliza la pérdida de 12 galeras cristianas aunque luego ascendieron a 40 por los graves daños sufridos y de 7.600 hombres, de los que 2.000 eran españoles, 880 de la escuadra del Papa y 4.800 venecianos. Hubo 14.000 heridos. Se cuentan «170 galeras y 20 galeotas de 12 bancos arriba» apresadas a los turcos, de las que sólo 130 estaban útiles; las otras 60 fueron quemadas. Se hicieron 5.000 prisioneros y se liberó a 12.000 cautivos cristianos. Se estimaron entre 25.000 y 30.000 los muertos del bando turco. Cabe hacer algunas observaciones:


Aunque los turcos tenían más hombres y más naves que los cristianos, las galeotas no podían oponerse a las galeras.

En las galeras turcas, salvo en las 40 ó 50 galeras reales, había menos hombres de guerra que en las cristianas, gracias a la previsión de don Juan de embarcar tropas españolas en las galeras venecianas.

Los cristianos usaban arcabuces, mientras que los turcos preferían las flechas. Consideraban que en el tiempo de cargar un arcabuz un arquero podía disparar seis flechas. Pero ni los daños, ni el alcance, ni la puntería eran comparables.

En Mesina, don Juan había ordenado rebajar los espolones de las galeras y cerrar las esculturas de adorno de proa, con lo que los cañones tenían más campo de tiro.

Pese a la esperanza puesta en ellas, la potencia artillera de la galeazas no tuvo casi influencia en el combate, pero sirvieron para desbaratar la formación de combate turca, al adelantarse su cuerno derecho.

La victoria de la batalla fue atribuida a la Virgen del Rosario, por haberse celebrado el primer domingo de octubre, fecha en la que las cofradías del Rosario, fundadas por la Orden de Predicadores a la que pertenecía el Papa San Pío V. Dicho Papa, que organizó un rosario público el día de la batalla naval en la Basílica de Santa María la Mayor, estableció la fiesta de la Virgen de las Victorias el primer domingo de octubre, que poco después, en 1573, Gregorio XIII la denominó fiesta de la Virgen del Rosario, y la trasladó al 7 de octubre.

Después de haber observado todo esto Lino abordó su MÓDULO DE TRANSFERENCIA CORPORAL oprimió el botón de regreso y en un instante regresó a su bodega.




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