jueves, 5 de junio de 2014

EL LLANTO DE HERNÁN CORTÉS

Soy LINO COLUNGA y les pido una disculpa porque durante los quince días anteriores, no hice ningún viaje al pasado, pues tuve que revisar mi MÓDULO DE TRANSFERENCIA CORPORAL ya que en el viaje anterior tuve un desperfecto en el equipo Inercial.


Abordé mi módulo de transferencia corporal y puse en la carta Meractor  las coordenadas diecinueve grados, veintisiete minutos y diecinueve segundos de latitud norte. Y noventa y nueve grados, diez minutos, cuarenta y cinco segundos de longitud oeste.



El día 8 de noviembre de 1519, Cortés y su ejército entraron en la capital del Imperio azteca, México-Tenochtitlán. El emperador Moctezuma II, rodeado de la nobleza mexica, lo esperaba. Cortés bajó de su caballo para abrazar al señor de los mexicas; pero Cacamatzin, señor de Texcoco, y Cuitláhuac, señor de Iztapalapa, lo impidieron, ya que el soberano mexica era intocable. Cortés se quitó un collar de margaritas y cuentas de vidrio y lo puso en el cuello de Moctezuma II, mientras los príncipes aztecas, después de engalanar a Cortés con flores, le colgaron un collar de caracoles del que pendían camarones de oro. Después del recibimiento, Hernán Cortés fue hospedado en el palacio de Axayácatl, situado en el centro de la isla-ciudad.


Una vez instalados los españoles en el palacio, surgió la idea de construir su propia capilla y, puesto que Moctezuma se había negado a que la erigieran en el Templo de Huitzilopochtli, resolvieron levantarla en su alojamiento, previo permiso del emperador. Buscando los capitanes el mejor sitio para emplazarla, un soldado que era carpintero notó en una pared la existencia de una puerta tapiada y encalada de hacía pocos días. Entonces recordó que se murmuraba que en aquellos aposentos, Moctezuma tenía depositados los tesoros que había ido reuniendo su padre, Axayácatl.

Allí entraron Cortés y algunos capitanes y, tras la vista de un enorme tesoro, Cortés ordenó que se volviera a tapar. Empezó a inquietarles la posibilidad de que fueran asesinados. Cuatro capitanes y doce soldados se presentaron a Cortés para hacerle presente la conveniencia de capturar al emperador y mantenerlo como rehén.

No llegó a haber ningún principio de acuerdo en esta idea. No obstante, una noticia precipitó la resolución.

El pretexto para hacer prisionero a Moctezuma II lo obtuvieron en Nautla, un pueblo totonaca que se había aliado con los españoles. Al llegar los señores de México-Tenochtitlán a cobrar el tributo debido, el cacique totonaca se negó a hacerlo bajo el argumento de que no eran ya vasallos de los aztecas y pidió ayuda a la guarnición española estacionada en el puerto de Veracruz. Ello condujo a una escaramuza entre los bandos que culminó con la muerte de siete españoles, entre ellos el capitán Juan de Escalante.

Cortés, al enterarse del suceso, reprochó a Moctezuma II su hipocresía y le tomó como prisionero. Moctezuma fue conducido al palacio de su padre Axayácatl, que Cortés había convertido en su cuartel. Los vasallos de Moctezuma, al verlo pasar prisionero, se enfurecieron y demandaron arrojar a los españoles de la ciudad. Cortés exigió a Moctezuma que le entregara al cacique Cuauhpopoca, el noble azteca que había sido, a sus ojos, el causante de la muerte de los soldados españoles. Moctezuma lo hizo presentar junto con sus amigos notables. Dos días más tarde, Moctezuma recibió la segunda afrenta. Los españoles le encadenaron para poder consumar sin temor alguno la muerte de Cuauhpopoca y su séquito, a quienes dieron muerte atándoles a los postes de una hoguera.

Cuando Cortés, tuvo que ausentarse para enfrentar a la expedición de Pánfilo de Narváez, dejó como sustituto a Pedro de Alvarado, al cargo de una compañía de 80 soldados que deberían resguardar y proteger al prisionero Moctezuma II, preciado cautivo que les aseguraba la neutralidad de los nativos, ya que el emperador los consideraba enviados divinos y les pedía a sus vasallos los trataran con respeto aunque la moderna historiografía no acepta una visión tan simplificadora de los auténticos motivos de Moctezuma. La situación de los españoles era en extremo delicada, sabían que eran muy pocos hombres como para contrarrestar un ataque de los mexicas. Alvarado, ante las continuas noticias o quizá mentiras aportadas por sus aliados tlaxcaltecas y totonacas sobre las intenciones agresivas de sus huéspedes, recurrió a la táctica que tantos éxitos le depararía en el futuro: atacar primero. No está documentado, pero a la vista de los resultados, parece que Tonatiuh trató de descabezar la posible rebelión eliminando la clase dirigente tenochca. La orden de atacar a los señores, que estaban indefensos celebrando un festival religioso para el cual el mismo Alvarado había dado permiso, acabó en una masacre del estrato dirigente de la ciudad. Los aliados indígenas aumentaron el horror de la matanza: eliminando a decenas de mujeres y niños llevados por su inextinguible y visceral odio al imperio mexica.

Esta Matanza del Templo Mayor, encendió la mecha de la rebelión. Ésta comenzaba poco después de que Cortés regresara y tratara de calmar los ánimos. Para ello solicitó a Moctezuma II que se dirigiera a su pueblo para tranquilizarlo. En un intento para sofocar el violento tumulto, Moctezuma II se asomó a la azotea (o balconada) de su palacio, instando a sus seguidores a retirarse. La población contempló horrorizada la supuesta complicidad del emperador con los españoles, por lo que comenzaron a arrojarle piedras y flechas que lo hirieron mortalmente, falleciendo poco tiempo después del ataque. Parece claro que Cortés comprendió inmediatamente las funestas consecuencias que tendría lo sucedido.

Según la versión azteca, todos los nobles aztecas que se encontraban en poder de los españoles fueron ejecutados al dejar de ser útiles. Sin embargo la realidad es que varios de ellos sobrevivieron. El Códice Ramírez, escrito después de la conquista por un azteca cristianizado, reclama que a Moctezuma no se le administraron los últimos sacramentos, pues los sacerdotes que acompañaban a Cortés estaban buscando oro, pero en verdad nada se sabe de cierto de los últimos momentos del emperador y parece seguro que no estaba bautizado.

Muerto Moctezuma II, los señores y los sacerdotes eligieron a Cuitláhuac como su gobernante y caudillo de guerra. Éste desplegó gran actividad para alistar tropas, buscar alianza con algunos pueblos cercanos al lago y con los tarascos de los cuales recibió una clara y prácticamente unánime negativa, y tratar de destruir a los invasores españoles. Sin embargo moriría pronto, víctima de la viruela.

Los combates entre mexicas y españoles duraban ya una semana, los españoles y sus aliados indígenas estaban cercados en el palacio de Axayácatl y sus alrededores casi sin alimentos, por lo que decidieron huir al punto de la medianoche del 30 de junio de 1520. Cortés dio la señal de partida y bajo la consigna de silencio, marcharon por un puente de canoas en dirección a Tlacopan Tacuba sigilosamente, cuidando del relincho de los caballos. Al llegar al canal Tolteca Acaloco, una anciana mexica que había salido a tomar agua en un cántaro advirtió la huida de los españoles y avisó a los guerreros aztecas. Pronto empezó a sonar el tambor de piel de serpiente del templo de Huitzilopochtli y los españoles se vieron rodeados por miles de embravecidos guerreros. En cuestión de minutos la laguna que rodeaba México-Tenochtitlán hirvió de canoas repletas de nativos armados de lanzas y flechas, en tanto desde las azoteas miles de guerreros atacaban la retaguardia, otros nativos cortaron los puentes a tierra firme, que estaban hechos de canoas amarradas unas con otras.

Es aquí en este momento que llego adonde se encuentra un ahuehuete en la calzada México-Tacuba y veo la tristeza con la que llora Hernán Cortés su derrota.




Se dice que lograron salvarse los soldados que prefirieron deshacerse de las joyas y oro que cargaban, en tanto que muchos de los que iban lastrados por armadura de acero, barras de oro y joyas murieron ricos. Pero también hay aquí algo de leyenda: en una batalla nocturna sobre una calzada estrecha trazada sobre el agua y atacados por miles de enemigos, a la vez por ambos flancos y por la retaguardia, la salvación sólo pudo proporcionarla el valor o la suerte. El mismo Alvarado fue salvado por Martín de Gamboa que lo subió a la grupa de su caballo y que declararía luego que éste llevaba únicamente una armadura de algodón de confección mexica y su espada toledana al cinto. Hombres y caballos se ahogaron en las acequias y pozas, se perdió la artillería, los indígenas aliados de Cortés fueron masacrados el término es exacto, de más de mil tlaxcaltecas aliados sobrevivieron apenas un centenar y la mitad de la tropa española quedó muerta y heridos casi todos los demás Bernal Díaz del Castillo afirma que murieron seiscientos cristianos, más de la mitad de la hueste de Cortés. Se afirmó que el 90% del producto del saqueo del tesoro de Moctezuma se perdió.

Una vez que vi el llanto de Cortés aborde mi MÓDULO de TRANSFERENCIA CORPORAL y regresé a la época actual.