LINO COLUNGA, es un ingeniero en MECATRÓNICA que construyó un módulo de
transferencia corporal que lo está llevando en distintas ocasiones, a la
distancia de donde él opera normalmente y sobre todo al pasado, donde conoce en
persona las cosas que sucedieron, pero en las cuales no se puede intervenir,
porque se atentaría contra el devenir de la historia, ésta vez, LINO viaja a FRANCIA y conoce el CASTILLO DE AZAY-LE-RIDEAU.
LINO se subió a su MÓDULO de TRANSFERENCIA y colocó unas coordenadas en la
pantalla de la carta Mercátor la cual inducía al equipo de navegación inercial
para llegar a ese lugar y una fecha en el dial del tiempo pasado. Las
coordenadas fueron: 47 grados, 23 minutos, 56 segundos latitud norte y 42
grados 10 minutos y 0 segundos longitud oeste. El tiempo que escogió fue: el
año 1523 d.C. y fue a parar a FRANCIA llegando
a LOIRA en el momento en que los FRANCESES acababan de terminar la CONSTRUCCIÓN DEL CASTILLO DE
AZAY-LE-RIDEAU.
EL MÓDULO DE TRANSFERENCIA CORPORAL RUMBO A FRANCIA
Y LLEGA AL CASTILLO DE AZAY-LE-RIDEAU ACABADO DE CONSTRUIR
El CASTILLO DE AZAY-LE-RIDEAU es
uno de los más sobresalientes ejemplos de la arquitectura
renacentista
francesa.
Se encuentra en la comuna de Azay-le-Rideau,
en el departamento de Indre y Loira, Francia, donde fue construido
entre 1518 y 1523.
Fue erigido sobre una pequeña isla del río Indre. Sus cimientos se
elevan directamente del río.
Gilles Berthelot, el
tesorero estatal de Francisco I y alcalde de Tours, comenzó a
reconstruir este sitio ya fortificado, que era parte de la herencia de su
esposa. Sin embargo, fue ella, Philippe Lesbahy, la que dirigió el curso de los
trabajos, incluyendo la idea nueva de una escalera central: escalier d'honneur
que es el rasgo más notable de Azay.
En 1528 recayeron sobre Berthelot sospechas de malversación y se
vio forzado a escapar de Azay-le-Rideau, todavía incompleto y al que no
volvería jamás. En su lugar, el rey confiscó la propiedad y lo dio como
recompensa a uno de sus militares de alto rango.
Durante los siglos cambió varias veces de manos hasta
principios del siglo XX, cuando fue adquirido por el gobierno francés y
restaurado. El interior fue completamente reamueblado con una colección de
piezas de Renacimiento. Hoy, el château
está abierto al público.
Las largas proporciones y las decoraciones esculturales
de Azay son italianizantes, al gusto reciente por lo
antiguo, pero las esquinas de bastión coronadas por conos puntiagudos, los
montones verticales de ventanas agrupadas separadas por enfáticos cordones
horizontales, y la alta azotea de pizarra inclinada son inequívocamente
franceses. Las fortificaciones juguetonas y los torreones medievales dieron un
aire de nobleza tradicional al tesorero del rey recién ennoblecido.
La escalera central es el rasgo principal que un
visitante se encuentra al entrar. Está incorporada dentro del edificio, más que
elevarse helicoidalmente, en parte encajado en la pared y visible desde fuera,
del modo francés que es familiar en el Castillo de Blois.
Los detalles esculturales en Azay son particularmente
notables. Sobre la planta baja, pilastras estriadas sobre altas bases conducen
a la primera balaustrada, en la que campean la salamandra y el armiño, los
emblemas de Francisco I y de su esposa, la reina consorte Claudia.
La generación romántica descubrió de nuevo el atractivo
de Azay-le-Rideau. Honoré de Balzac lo llamó "un diamante
tallado en facetas, salido del Indre." "Un diamant taillé à facetas,
serti par l'Indre”. Ahora Azay-le-Rideau
está rodeado por un jardín de paisaje parecido a un parque inglés, claramente decimonónico, con
muchos árboles de coníferas, sobre todo exóticas: cedro del atlas, ciprés calvo
y sequoias del Nuevo Mundo.
EL MODULO DE TRANSFERENCIA REGRESANDO A LA CIUDAD DE MÉXICO
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