Estaba mi amigo LINO COLUNGA sentado en una poltrona y empezaba a leer la novela DON QUIJOTE.
Recordemos que Lino es un ingeniero en mecatrónica,
que vive la colonia Martín Carrera del Distrito Federal.
Este ingeniero construyó un MÓDULO DE TRANSFERENCIA CORPORAL que lo lleva al pasado y conoce
personalmente todos aquellos eventos don el hombre ha participado en la
historia.
Lo único que LINO
debe de hacer, es solo observar como pasaron los acontecimientos y no debe de
intervenir, pues no se puede cambiar lo ocurrido en el pasado.
Pues bien, al leer: “En un lugar de la Mancha…”
empezó a imaginarse al escritor: y en la portada del libro decía: MIGUEL DE CERVANTES Entonces LINO acudió a su chip que tiene en el
cerebro y que se llama: “EL CAJON DE LOS
CONOCIMIENTOS” y de inmediato se
entero que el autor de la novela perdió la movilidad de su mano izquierda en la
BATALLA DE LEPANTO. Por eso le
llamaron: “EL MANCO DE LEPANTO”.
Pues bien LINO
COLUNGA preparó su MÓDULO y
decidió ir a ver esa guerra que tanto le intrigó. Mientras lo preparaba, puso
en el dial de la fecha: 7 de octubre del año 1571 y las coordenadas del lugar
en el golfo de Corinto en la carta Mercator: 38 grados con 12 minutos de
latitud norte, y 21 grados con 18 minutos de longitud este. Se subió al MÓDULO, cerró la escotilla encendió el
motor y pulsó el botón de VIAJAR de
inmediato llegó al lugar.
Se dio cuenta que la batalla la llevaban a cabo la
Liga Católica contra el imperio Otomano. Esta liga estaba conformada por: La Monarquía
de los católicos, los Estado Pontificios, la Orden de Malta, El ducado de
Saboya.
Esta liga Católica contaba con: 227 Galeras, 76 Fragatas
y 6 galeazas. Mientras que la armada Otomana contaba con: 210 Galeras y 87
Galeotas.
La armada
aliada estaba al mando de don Juan de Austria, secundado en la armada real por Álvaro de Bazán, Alejandro Farnesio, Luis de Requesens y Juan Andrea Doria; mientras que la veneciana iba capitaneada por
Sebastián Veniero y
la pontificia por Marco Antonio
Colonna.
La flota Otomana era
comandada por Ali Pasha.
La
BATALLA se estaba llevando de la
siguiente manera:
La flota de la Liga Santa, en
formación de combate, emergió por la brecha que dejaban las islas de
Kouhtsilaris y Oxia, seguida del ala derecha, que daba al mar abierto, al mando
de Gian Andrea Doria y el ala izquierda, más próxima a la costa, estaba al
mando de Barbarigo. La división de reserva, dirigida por el marqués de Santa
Cruz, aún no había alcanzado las islas y probablemente rebasó Oxia por el
oeste. Al llegar el marqués felicitó a Juan de Austria por haber encontrado al
enemigo pero Gian Andrea Doria no compartía su entusiasmo ya que creía que eran
los otomanos los que los habían localizado a ellos primero.
Cuando las fuerzas avanzaban se
toparon con un cambio en la dirección del viento, que comenzó a venir desde el
oeste, lo que beneficiaba a la flota católica. Los sacerdotes de las galeras
cristianas, que eran jesuitas en el caso de los Habsburgo y franciscanos en las
venecianas, creyeron que aquello se debió a una intervención divina.
Pese a contar con un número similar de
soldados, los galeotes de las galeras de los Habsburgo y del Papa,
desprotegidos y mal armados debieron ser de escasa utilidad. Sin embargo, en el
caso de las venecianas, aunque insuficientemente preparadas, contaban con casi
todos los remeros reclutados y bien equipados por lo que casi triplicaban el número
de combatientes. Los hombres de las galeras de Creta, Dalmacia y las islas
Jónicas estaban entre los mejor equipados.
La FLOTA OTOMANA al mando de Alí había llamado a todos sus almirantes
para concentrar sus fuerzas en Lepanto. El último en llegar fue Mahomet, bey de Negroponte, con 60 galeras
y 3.000 soldados.
En total reunieron 210 galeras,
87 galeotas y
120.000 combatientes, de los cuales 50.000 eran soldados, 15.000 tripulaciones
y 55.000 galeotes. La «chusma» estaba compuesta de prisioneros cristianos
capturados en distintas batallas o asedios. Además, las piezas artilleras
ascendían a 750, menos que las cristianas, aunque los arqueros llevaban flechas
envenenadas y fueron muy útiles en los abordajes. Al igual que la flota
cristiana, están divididos en cuatro cuerpos. Su formación era de media luna.
El primero, cuerpo derecho, al
mando de Mahomet Siroco, gobernador de Alejandría,
formado por 54 galeras y 2 galeotas.
El segundo, centro, mandado por Alí Bajá, general en jefe, con 87 galeras
y 32 galeotas.
El tercero, cuerpo izquierdo, lo
manda el corsario Cara Hodja con 61 galeras y 32 galeotas.
El cuarto, o escuadra de reserva
o socorro, lo manda Murat Dragut, y tiene 8 galeras y 21 galeotas y fustas.
Las órdenes eran terminantes. El
gran señor Selim II ordenó
a Alí salir a la mar en busca de los cristianos y combatirlos donde los
encontrara.
LINO COLUNGA observó
el final de la BATALLA DE LEPANTO y
se enteró de lo siguiente: En Petala los
cristianos efectúan el recuento de bajas. Se contabiliza la pérdida de 12
galeras cristianas aunque luego ascendieron a 40 por los graves daños sufridos
y de 7.600 hombres, de los que 2.000 eran españoles, 880 de la escuadra del
Papa y 4.800 venecianos. Hubo 14.000 heridos. Se cuentan «170 galeras y 20
galeotas de 12 bancos arriba» apresadas a los turcos, de las que sólo 130
estaban útiles; las otras 60 fueron quemadas. Se hicieron 5.000 prisioneros y
se liberó a 12.000 cautivos cristianos. Se estimaron entre 25.000 y 30.000 los
muertos del bando turco. Cabe hacer algunas observaciones:
Aunque los turcos
tenían más hombres y más naves que los cristianos, las galeotas no podían
oponerse a las galeras.
En las galeras
turcas, salvo en las 40 ó 50 galeras reales, había menos hombres de guerra que
en las cristianas, gracias a la previsión de don Juan de embarcar tropas
españolas en las galeras venecianas.
Los cristianos
usaban arcabuces, mientras que los turcos preferían las flechas. Consideraban
que en el tiempo de cargar un arcabuz un arquero podía disparar seis flechas.
Pero ni los daños, ni el alcance, ni la puntería eran comparables.
En Mesina, don Juan
había ordenado rebajar los espolones de las galeras y cerrar las esculturas de
adorno de proa, con lo que los cañones tenían más campo de tiro.
Pese a la esperanza
puesta en ellas, la potencia artillera de la galeazas no tuvo casi influencia
en el combate, pero sirvieron para desbaratar la formación de combate turca, al
adelantarse su cuerno derecho.
La victoria de la batalla fue
atribuida a la Virgen del Rosario, por haberse celebrado el
primer domingo de octubre, fecha en la que las cofradías del Rosario, fundadas
por la Orden de
Predicadores a la que pertenecía el Papa San Pío V.
Dicho Papa, que organizó un rosario público el día de la batalla naval en la
Basílica de Santa María la Mayor, estableció la fiesta de la Virgen de las
Victorias el primer domingo de octubre, que poco después, en 1573, Gregorio XIII la
denominó fiesta de la Virgen del Rosario, y la trasladó al 7 de octubre.
Después de haber observado todo esto
Lino abordó su MÓDULO DE TRANSFERENCIA
CORPORAL oprimió el botón de regreso y en un instante regresó a su bodega.
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